Porque aunque pase el tiempo nunca podrás olvidar el amor verdadero

Capitulo 3

jueves, 10 de junio de 2010

En estos momentos me encuentro tirada en la cama. La tarde de hoy a sido maravillosa.Especialmente porque me a echo olvidar por unas horas mi triste vida de las ultimas semanas.No puedo decir que le halla olvidado, pero por unas horas he pensado en mi y no en el. Muchos de estos días antes de dormirme pienso en porque pienso tanto. Al fin y al cabo para él fue muy fácil abandonarme y sin embargo yo hacía semanas que no sonreía. Daniel es un chico simpático, aunque puede que nunca más le vuelva a ver me ha abierto los ojos. Aún recuerdo su forma graciosa de comerse el helado de limón. Yo sin embargo tomé uno de tiramisú con canela por encima realmente bueno.

Y ahora estoy aquí, mirando al techo, y viendo pasar cada una de las sonrisas dedicadas esta tarde. No me queda otra que reír. El sonido de mi propia risa me asusta. Y entonces rió mas. Resulto absurda pero eso ahora,¿Qué más da? Me levanto y abro mi cama retirando la colcha y después las sabanas. Me quito la ropa y me pongo la primera camiseta que encuentro en el armario, una vieja de color gris perla. Y después busco mi portátil y me siento con el en la cama. El reloj marca las 12 y el reloj del salón canta tan fuerte que lo oigo desde mi cuarto. Vivimos en un chalet, no es muy grande pero quieras que no, al menos no es un piso.
Además tiene jardín y una pequeña piscina de madera no muy profunda.
Oigo como mis padres suben las escaleras dispuestos a irse a dormir, mi madre hace un amago de entrar en mi cuarto para decirme que me acueste, se lo piensa ya que se queda parada unos segundos en el pasillo, y finalmente viene.
-Sammy, acuestate, es ya muy tarde -me sonrie brevemetne y después se va sin esperar mi contestación-
-Si,mamá. -Contesto medio en serio medio en broma, la verdad hoy no tengo ganas de discutir-

Cuando finalmente cierran la puerta enciendo el ordenador. Miro los mensajes y veo uno de Daniel, me da su número de telefono y me propone quedar otro día para tomar algo. Asiento y contesto un breve "Si, me parece bien" y añado un icono de guiño. Después contesto alguno más sin importancia y apagado el ordenador. Lo dejo en la mesa que no esta muy lejos de mi cama y después me meto en la cama y apago la luz.
Aún tengo los ojos abiertos y miro hacia arriba. La luz de las estrellas que tengo pegadas en el techo brillan curiosas. Cada noche pienso en algo distinto, me duermo pensando en alguien, en algo. En un recuerdo o en algo que me encantaría que pasara aunque siempre lo que pienso nunca pasa. Antes mi único pensamiento era él, empiezo a creer que estoy terriblemente obsesionada... O quizás es el amor que siento, amor verdadero. Ya ni yo misma me aclaro... Con este ultimo pensamiento caigo rendida y me dejo llevar al mundo de los sueños.

Estoy soñando. Estoy en la misma posición que estába hace unos minutos, sentada en la cama con el portatil sobre mi. Mamá me pide que apage el ordenador y la luz y yo le digo que si, apesar de que se que no lo hare. Cuando se va,apago la luz y me escondo entre las sabanas mientras sigo escribiendo. Estoy hablando con él. Hablamos de tonterias,de frutas,animales y el tiempo que hará mañana. Yo me tapo la boca con las manos y me desternillo de risa lo más silenciosa que puedo. Él me hace realmente feliz.
Son las dos de la mañana y yo susurro su nombre en sueños. Pero nadie me oye. Entre el silencio de la noche solo se escuchan tres corazones que duermen profundamente. Y otro que se despierta sobresaltado.
Despierto y me levanto quedando sentada en la cama,miro el reloj. Son las cinco de la mañana. Me llevo la mano a la frente y me dejo caer, durmiendome otra vez.

A la mañana siguiente voy a desayunar con una sensación extraña en el cuerpo. El sueño de anoche me ha dado que pensar. Bajo las escaleras arrastrando los pies, con la cabeza gacha y los ojos aún cerrados.
Entro en la cocina y por suerto, solo está mi hermana. El pelo castaño le tapa la mitaz de la cara cayéndole en pequeños mechones desiguales. Tiene la boca metida en el bol de cereales que se está comiendo.
-Sara las cosas también pueden comerse con cuchara.
-Pero esque así no se disfruta tanto- me dice sacándome la lengua y hablándome como si fuese tonta.
-Si, seguro.- Mientras hablo muevo la cabeza de lado a lado y voy a la nevera en busca de algo comestible que poder llevarme al estómago. Mientras rebusco oigo como mi hermana intenta decirme algo, pero tiene la boca llena y no entiendo lo que me dice.
-¿Quieres dejar de comprtarte como un cerdo?- mi cara de asco le hace reir y la leche junto con los cereales salen de su boca disparados- Aghh... Que asco Sara enserio, tienes que aprender a comprtarte.
-Si claro, como tu eres una princesa- dice poniendo voz repipi- Te decía, que me ha dicho mamá que te diga que ella va a estar todo el día fuera y que papá no volverá hasta las 9 de la noche, que no salgas porque tienes que cuidarme.
-¡Si hombre! Pues yo ya tenía planes.
-Siempre puedes dejarme sola en casa- Veo como la cara se le ilumina con la esperanza de poder quedarse sola en casa.
-No enana, no.
Con esa última frase salgo de la cocina sin haber cogida nada para comer y voy furiosa hacia el teléfono. Marco el número que me sé de memoria desde que tenía seis años y espero a que lo coja. Al tercer timbrazo me contesta una voz cansada y apresurada.
-¡Mamá no me puedes hacer esto, yo ya había quedado!
-¿De que hablas Sam?- Su voz suena lejana y entrecortada.
-De Sara, sabes que no me importa quedarme con ella pero si me avisas a tiempo, yo ya tenía planes.- Toda la frustración que siento, mezcla del sueño de esta noche, de la sensación de culpabilidad que me comprime el pecho y de las dudas que aún no tienen contestación, la descargo sobre ella.
-Mira Samantha, yo estoy haciendo algo importante, si quieres irte de fiesta te esperas y sales por la noche cuando tu padre llegue- oigo un ruido de fondo como si fuesen pasos y voces de personas- te he dicho que te quedes con tu hermana y te vas a quedar.
-Pero te he dicho...- Me cuelga el teleéfono antes de que pueda terminar la frase. Estoy tan cabreada con mi madre que tiro el telefono contra el sofá, sabiendo que si lo lanzo contra la parez tendría serios problemas.
Subo las escaleras corriendo y cierro la puerta de mi habitación de un portazo. Pongo la música a tope y me dejo llevar tumbada en la cama.
Cada vez van pero las cosas. Cuando crees que has encontrado una manera de salir de este pozo, cuando ves una pequeña luz que parpadea y grita tu nombre insistente, cuando las ilusiones que tenías guardadas acuden a ti y te dejas llevar por ellas, es en ese momento cuando la vida te da la ostia, cuando hace desaparecer el suelo donde pisa dejándote caer al vacío sin paracaidas, sin colchonetas que paren tu solorosa caida.
Sin poder evitarlo su imagen viene a mi cabeza. Él aquel día en la piscina, la primera vez que me dijo te quiero, hace poco más de un año. Fue el mejor día de mi vida. Habíamos quedado un grupo de amigos en la piscina del barrio. Llevábamos un mes tonteando el uno con el otro, pero ese día, dios, ese día fue mágico. Nos habíamos quedado solos dentro del agua, él me había hecho una aguadilla y yo me cabreé porque me había dejado demasiado tiempo sin respirar. Me abrazo por detrás y se acercó a mi oído. Cuando estuvo seguro de que solo necesitaba un simple susurro para que le oyese dijo las palabras mas mágicas que nunca había escuchado -te quiero- sentó como el pelo de la nuca se me erizaba y como los ojos se me inundaban de lágrimas, pero estas de felicidad. Me giré rápido y sin vacilación y salté a sus brazos. Vi la felicidad que había en sus ojos, y supe que era cierto.
Unos golpes en la puerta cortan el hilo de mis pensamientos.
-Sam, ¿estás enfadada conmigo?- pregunta mi hermana cabizbaja. Le sonrío cariñosamente y hago que se tumbe a mi lado en la cama.
-Pero como me voy a enfadar con la niña mas bonita del mundo.
Veo como la sonrisa va ensanchándose en su rostro y se lanza a mis brazos gritando con esa voz tan infantil que tiene. Su mera presencia hace que los latidos de mi corazón, acelerados por el intenso recuerdo, vuelvan a la normalidad. Nosé como es capaz una niña tan pequeña calmar el dolor tan intenso que siento, pero doy gracias por poder tenerla a mi lado.
-Te quiero demasiado como para enfadarme contigo pequeñaja.
-Yo también te quiero Sammy.
Dejamos que las horas pasen a su ritmo. Nos quedamos toda la mañana en mi habitación sin hacer nada, tan solo acompañarnos la una a la otra.

0 comentarios: