Porque aunque pase el tiempo nunca podrás olvidar el amor verdadero

CAPITULO 4

viernes, 11 de junio de 2010

Son las 9 de la noche y porfín escucho las llaves entrar en la cerradura principal de casa. Eso significa que papá esta aquí y que ahora ya puedo salir.
Sara está entretenida viendo Hannah Montana y yo rapidámente me escapo encerrándome en mi cuarto. Abro el armario y miro eligiendo que ponerme. La verdad nada de lo que encuentro me convence. Es todo demasiado... colorido. Todo encierra algún momento ya pasado. Saco toda la ropa y la dejo tirada en el suelo de una esquina de la habitación. Quiero tirar todos los recuerdos del pasado e intentar vivir. Aunque se que eso es algo dificil,doloroso y que llevara su tiempo hacerlo. No quiero olvidarle a él ni quiero dejar de saber las razones de su suicidio. Pero no por eso tengo que dejar de vivir mi vida.
Finalmente en el armario solo queda ropa vieja: gris,negra,marron y algún que otro color más. Asi es como me siento, y asi es como me vestiré. Me visto con unas medias negras, unos pantalones cortos vaqueros y una camiseta negra de manga corta. Sencilla y simple. Me despeino el pelo y me calzo unos botines negros tipo militar. Hacia años que no utilizaba esa ropa. Finalmente busco mi movil y envió un sms: "Estoy lista, voy hacia allí" preto la tecla de enviar y salgo de casa con un simple hasta mañana.

Me encuentro en el cuarto de Victoria, he quedado con ella para salir, ya que ultimamente mi vida social a caido en picado. Hablando con propiedad, Victoria es lo único que me queda. Ella ya esta vestida con un corse con tirantes negro, un chaleco vaquero con imperdibles, mallas rotas y botas. Y muchos cinturones. Se peina una coleta y después de un rato ya esta lista y me mira haber como voy vestida yo. Vamos a salir, ya sabes, algo tranquilo. Tomar algo con unos amigos y pronto a casa por lo que tampoco me he arreglado mucho.
-¿De verdad vas a ir asi vestida?
Yo la miro, y miro mi ropa. Y asiento sonrrojandome.
-Ven aquí que te arregle un poco -me sonrie de medio lado y se acerca a mi con unas tijeras-
Yo no se que hacer si temerla,alabarla... Finalmente me dejo llevar
-Si, creo que sera lo mejor -contesto sonriendole-
Ella me agarra las medias que llevo puestas y comienza a cortarlas haciendo agujeros y rayas. Luego coje mi camiseta por un hombro y realiza un corte quedando asi descubierto mi hombro y me la raja por en medio mostrando algunas partes de mi tripa. Me desabrocha un poco las botas y después me pinta los ojos negros resaltando mi azul y me carda el pelo. Cuando al final me miro al espejo no me reconozco, parezco una pordiosera. Victoria me sonrie satisfecha con el trabajo que a echo.
-¿Vamos? -Me anima a salir dirigiendose a la puerta-
Yo me encojo de hombros y juntas salimos de casa.
Cogemos un autobús que para enfrende su casa y tardamos media hora en llegar al lugar donde Victoria quiere llevarme. Cuanto más tiempo pasa más me arrepiento de haber salido. Cada esquina, cada rincor que veo pasar como sombras lejanas emborronadas por la velocidad del autobús, me recuerdan a él. Victoria ve mi cara y frunce el ceño, no es que seamos muy buenas amigas, pero me está ayudando mucho, creo que lo hace por la amistad que les unió a los dos. Suspiro y miro hacia abajo contemplando con las pintas que voy, Victoria ha roto toda mi ropa, ahora soy, soy... Soy como ella.
Al rato bajamos del autobús y un olor a humo y alcohol me golpea la cara. Veo como se ilumina la cara de Victoria. Empezamos a andar metiéndonos por estrechos collejones llenos de gente tirada en el suelo con litronas y otras cosas en la mano. Enseguida me pierdo y eso me pone nerviosa ya que no sé como salir de allí en caso de problemas. Victoria va salundando a algunos conocidos de pasada, todos iguales, todos tan... Siniestros.
Después de un buen rato andando, nos paramos en una pequeña calle sin salida lleno de basura y gente incosciente por los suelos. Nos paramos en la puerta de un bar llamado "the night". Tiene el letrero negro con las letras azul neón. Un portero que medirá aproximadamente dos metros, está de brazos cruzados en la puerta. Va vestido todo de negro, pero su aspecto es tan extraño. Sus ojos son de un color amarillo apagado y con vetas verdes. En la frente le salen dos pequeños bultos. Tiene un piercing en medio del labio inferior y el pelo negro recogido en una pequeña coleta. Victoria se acerca decidida hacia él y se lanza a sus brazos, besándole como si se tratase del último día de su vida. Esa imagen me produce un fuerte pinchazo en el corazón, me abrazo el pecho con fuerza intentando así que el dolor desaparezca. Me pican los ojos, pero las lágrimas, gracias a dios, no acuden a mis ojos.
Después de un rato que a mi me parece eterno, Victoria se acerca a mi lado de la mano del segurata.
-Sam, este es Bruno.- El segurta me mira de arriba a abajo, asiente despacio y me sonríe dándome a entender que me acepta. Su sonrisa me produce un escalofrío que me hace temblar. Sus dientes están un poco más afilados de lo normal y su lengua es de un intensísimo color rojo sangre.
-Hola Sam- sice dándome la mano. Su voz es grave y profunda, capaz de callar a una multitud agitada.
-Hola- le devuelvo el saludo y estrecho su mano.
-Bueno que nosotras entramos, luego entra un rato y me buscas- le guiña el ojo derecho mientras se acerca a él. Se pone de puntillas y le da un beso ligero en los labios. Yo me despido de él con un seco moviemiento de cabeza
-No sabía que tuvieses novio.
-Y no lo tengo. Bruno es un chico con el que me divierto y ya, no estamos de nada serio. Si vengo a este garito estamos juntos, pero si me voy para otro lado puedo estar con cualquier tío, y el lo mismo.
Su facilidad para pasar de los sentimientos amorosos me asombra.
Entramos al bar de donde sale una intensa luz azul y blanca. La música está atope. Se los bafles sale una canción de el grupo "the clash", ese le gusta mucho a Victoria, tiene un par de posters suyos en su cuarto.
Intento hablar, pero ni yo misma oigo lo que digo. Me giro buscando a Victoria para acercarme y hblar con ella, pero la he perdido entre la multitud.
Mientras la busco, un chico más bajito que yo, que va vestido de negro y lleva una capa del mismo color, se me acerca. Su aliento huele a distancia a alcohol y su manera de andar de lado a lado, me indican que está borracho. Me grita algo peor no le entiendo. Él se acerca más hasta quedar a menos de dos centímetros de distancia. Cuando se pone de puntillas para poder llegar a mi oido, algo le tira para atrás. Es Victoria. Uff, menos mal.
-Joder que susta, pensaba que te había perdido.- Le grito con fuerza.
Ella lleva dos cubatas en la mano. Me da uno y se bebe un buen trago del suyo.
-¿Te gusta el sitio?- al ver mi cara de asco se echa a reir- tranquila, la gente es muy maja, te lo pasarás bien.
La noche sigue. La noche es larga y moldeable. Para poder olvidarme de donde estoy y sobre todo de él, recurro a la bebida. Un par de chicos me ofrecen algo más como porros y pastillas, pero lo rechazo amablemente. Nunca me a gustado ese mundillo, la gente tan solo lo sigue por poder pertencer a un grupo, por sentirse más importante. Repugnante.
Intento de vez en cuando seguir el compás de la múscia al bailar, pero es tan difícil que nada más intento copiar los movimiento de Victoria, pero no es nada fácil. Se mueve con ligereza y eficacia, es a la vez sensual y agresiva. En un momento dado de la noche, se sube a la barra y me obliga a ir con ella. Me muero de vergüenzam, pero como no me dejan bajar, intento bailar lo mejor que puedo.
Pasan las horas y a cada rato me siento mas perdida, el alcohol empieza a hacer su efecto y enseguida me olvido de que estoy rodeada de gente... un poco extraña. Me dejo llevar por la extraña sensación de libertad que me invade y bailo, canto y río. Conozco gente y la olvido sin más.
-¡Sam venga vámonos, es tarde y vas muy pedo!- me grita Victoria. No sé que hora es, pero no tengo ganas de irme a casa, la fiesta aún no ha terminado. Niego con la cabeza y sigo moviéndome de lado a lado.-¡SAMANTHA NOS VAMOS YA!- los ojos de Victoria se encienden de una manera muy extraña y soy incapaz de negar. Así que la sigo y me voy con ella. En la salida, Bruno y ella se despiden de la misma forma que se han saludado y acto seguido nos vamos.
Seguimos el mismo ritual que a la ida. Ya en el autobús se me ocurre mirar la hora, las seis de la mañana. Espero que mis padres no se despierten cuando llegue.

Llego a casa media hora más tarde. Intento abrir la puerta pero no atino con las llaves, menos mal que Victoria me ha acompañado. Me ayuda a abrir y a ponerme el pijama. Cuando me tumbo en la cama y cierro los ojos todo me da vueltas. Me siento como si estuviese en un crucero y el mar estuviese embravecido moviendo el barco de lado a lado. No tardo nada en dormirse, y como de costumbre, sueño con él, sueño con la noche en que todo cambió.

-Levantate Sam que ya es tarde.
El dolor de cabeza es insoportable. Siento el latir de la sangre en las sienes. El estómago revuelto y la lengua pastosa.
-Mmmm... ¿Qué hora es?
-Las cuatro de la tarde, te he dejado comida preparada por si quieres algo, aunque con la resaca que llevas dudo mucho que puedas ni levantarte- dice mi madre en un intento de parecer gracias.- Tu hermana y yo nos vamos al cine.
-Adios- digo secamente y vuelvo a meterme entre las sábanas.
Mi madre suspira y sale de la habitación sin cerrar la puerta y bajar la persiana, pero estoy demasiado cansada como para moverme o gritar.
No consigo dormirme porque hay demasiada luz, pero tampoco puedo levantarme de la cama. Así que me quedo tumbada con los ojos entrecerrados recordando la noche pasada, recordando todas las locuras cometidas.

0 comentarios: