Porque aunque pase el tiempo nunca podrás olvidar el amor verdadero

CAPITULO 6

miércoles, 16 de junio de 2010

"Perderte en la noche y volver a encontrarte..."
¿De dónde sale su voz? No puede ser, no puede ser. Abro los ojos sobresaltada, no, no es un sueño, es real, es su voz. Miro a mi alrededor, estoy en mi cuarto ¡¿De dónde sale la música?! Giro brúscamente la cabeza y lo veo, ahí está, es el estúpido móvil que está reproduciendo la canción ageno al daño que produce. Es una llamada. No tengo fuerzas para cogerla. Aparto las sábanas de una patada. Siento un nudo en la garganta. Me levanto de un salto, pero las piernas son incapaces de sostenerme. Voy tambaleándome a una esquina y me siento con las rodillas encogidas y abrazándomelas fuertemente con los brazos. Su voz, es su voz. No puede ser. Sabía el daño que me provocaba su recuerdo, el daño que me provocaba oir o decir su nombre, pero escucharle, es mil veces mayor, intento respirar, pero el aire que cojo no llega a mis pulmones. Las lágrimas han empezado a derramarse declarando que no tienen intención de pararse. La música sigue sonando, pero no puedo moverme, cada movimiento, cada aliento que tomo, me produce un daño superior al de mil cuchillos rasgandome todo el cuerpo. Es mi canción, es la que él hizo para mi, es la que el cantó solo para mi. Aunque lo intento, no puedo contener el grito ahogado y desgarrador que sale de la profundidad de mi garganta. Intento así liberar todo el dolor que siento, pero no sirve más que para incrementarlo. Intento ponerme de pie, pero las piernas no me responden, asique como puedo, me arrastro hasta mi mesilla y cojo las tijeras que están guardadas en el segundo cajón. Las abro y con la cuchilla de la parte superior, me hago un corte en la muñeca izquierda, no es ni muy profundo ni muy largo, no pretendo cortarme las venas, tan solo quiero que el dolor del brazo sea capaz de mitigar el de mi corazón.
Vuelvo hasta la esquina donde estaba antes, dejando un reguero de sangre por el suelo. cierro los ojos y me concentro en los pinchazos que la herida me prudecen, en el palpitar rápido y fuerte de la sangre. Sonrío, sí, así esta mejor. Me tumbo y dejo que la imaginación me lleve muy lejos.
Estoy en el concierto, en primera fila. Está sonando mi canción. Él toca la guitarra mientras canta con su mirada clavada en mi, diciéndome con los ojos lo que con las palabras no puede. "Porque sí, eres tu, y podrías serlo siempre, porque sí, contigo tengo todo lo que siempre quise..." Aunque estoy rodeada de gente, dejo los sentidos a un lado y me centro tan solo en lo que la música y él me quieren transmitir. Todas las canciones parecen querer decirme algo, todas las canciones parecen estar escritas exclusivamente para mi.
Cuando terminan de cantar, se acerca sonriendo al micrófono y dice mi nombre, no he logrado entender lo demás, pero de repente veo como todo el mundo mira la dirección de su mano y me encuentra. Me empujan dirigiéndome hacia las escaleras del escenario haciéndome subir. Cuando estoy arriba soy incapaz de moverme, él se acerca a mi, sus ojos brillan de emoción, y al verlo dos lágrimas de felicidad recorren rápidas por mis mejillas.
-Te quiero- me dice en un susurro.
Abro la boca para contestarle, pero no me salen las palabras. Por el rabillo del ojo veo como todos los que han asistido al concierto aguardan la respiración, buscando una explicación y esperando lo que pasará. El resto de la banda sonríe y hace bromas a nuestra costa.
Él ve en que apuro me siento y me coje de la mano. Me acerca al micrófono y se lo acerca a la boca para que todos puedan oirle.
-Sam, te quiero, no, miento, te amo, eres la única chica que me ha hecho sentir estas cosas, y se que eres tú, se que eres tu la única a la que voy a poder querer de esta manera, no quiero perderte nunca, nunca. Porque si tu no estás, me muero.- El concierto entero está emocionado con sus palabras y esperan mi contestación, pero no puedo hablar, no tengo palabras.
-Yo..y-yo- tartamudeo- Miro al suelo y luego a sus ojos, sí, si que puedo hablar, solo estamos él y yo- yo también te quiero, y sabes que siempre voy a estar aquí, contigo, para ayudarte, porque no sé vivir si no es cerca tuyo, porque si no te tengo siento que me ahogo y estoy perdida.
Cuando termino de hablar, veo como el da el paso que nos separa. Se inclina hacia mi y me besa. Yo rodeo su cuello con mis brazos y me dejo llevar, y hago caso omiso de los aplausos y los vitores que estallan un poco más abajo.
La imagen se desvanece y vuelvo a estar en mi cuarto. ¡Mierda! he dejado demasiado tiempo la herida abierto y ha salido demasiada sangre. Noto como todo me da vueltas y soy incapaz de moverme. ¡Mierda, mierda! El recuerdo me ha tenido demasiado tiempo entretenida. A mi alrededor se ha formado un charco de sangre. Tengo miedo, no sé que hacer.
Y cuando estoy al borde de la desesperación, cuanto más cerca estoy de reunirme con el, oigo como alguien llama a la puerta. Estoy demasiado débil como para contestar asi que entra. Es mi madre. Al verme lanza un grito desesperada.
-¡Sam, Sam! ¿Estas bien? ¡SAMANTHA RESPÓNDEME!
Intento decirle que todo esta bien, pero de mi garganta no sale mas que un simple susurro. Mi madre sale disparada y vuelve en pocos segundo con un trapo envolviéndome la muñeca. Me acuna en sus brazos cántandome la nana de cuando era pequeña. Me dejo llevar por esta sensación tan cálida y cierro los ojos.

Cuando vuelvo a abrirlos, la escena no ha cambiado en nada. Mi madre sigue llorando y cantándome la misma canción.
-Sammy, oh, Sam, estás aquí. Ya he llamado al hospital, tranquila, ya viene la ambulancia.
Me incorporo apoyándome en los codos.
-Yo no voy a ningún lado- digo con todo el odio que soy capaz de soltar.
Veo la tristeza y el duro golpe que mis palabras le han provocado, pero cuando estás mal, hay veces que necesitas descargar toda tu rabia en alguien, y ese alguien es mi madre.
-Samantha has intentado suicidarte- me dice cn calma.
-No he intentado quitarme la vida mamá, solo quería...- suspiro- nunca lo entenderías.
-Si me dejaras...
-¡No, dejame empaz, no quiero saber nada más de ti! ¡Te odio!
Cuando termino, me levanto con cuidado. Aún estoy débil, pero no he perdido tanta sangre como pensaba, tan solo ha sido un pequeño bajón.
-Samantha tienes que ir al hospital, necesitas un psicólogo.
Al oir sus palabras no puedo más que hecharme a reir.
-¿Un psicólogo? ¿Para qué, para que me cure? En mi no hay nada que cuidar mamá, porque no queda nada. Y si sigo así, es porque soy yo la que no quiere apartar este dolor de mi cuerpo, porque esto- digo señalándome el pecho- es lo único que me demuestra que no estoy loca, que él existió de verdad, y aunque duela, y aunque tenga que hacerme todos los cortes que sean necesarios para pasar, lo haré, porque no quiero olvidarme de él, porque si siento el dolor que su pérdida me provoca, es como si lo tuviese a mi lado, como si no se hubiese ido. Antes de que mi madre pueda replicarme, salgo de la habitación, cojo las llaves de casa y apretándome más fuerte el trapo que hace de benda, me voy.

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