Porque aunque pase el tiempo nunca podrás olvidar el amor verdadero

CAPITULO 9

jueves, 23 de septiembre de 2010

Aún tengo la carta entre mis manos, la agarro con fuerza estrujandola entre mis manos con todo mi dolor, liverando mis tensiones y grito. Mi grito desgarrador recorre todo mi cuerpo, mis venas se hinchan deseando ser cortadas. ¿Acaso todo el mundo cree que me vuelto loca? Ya ni Victoria me cree,me siento sola. Realmente no es que me sienta sola, es que lo estoy. ¿O es verdad que me volví loca? Ya ni yo lo sé. Solo tengo ganas de gritarle al mundo mi dolor. Me encojo quedando de cuclillas y lloro indefensa mientras estrecho la carta entre mis brazos. Sollozo como una niña pequeña -¿Porque lo hicistes?- Pienso en mi cabeza mientras la carta resuena en mi mente "Deja que mi muerte pase y sigue adelante" ¿Como puede pedirme eso? Está claro que no lo puedo a dejar pasar. Me toco el cuello, acariciando mi cadena de plata con un colgante de corazón donde pone su nombre, me lo regaló el. En ese momento me siento confundida, le amo y a la vez le odio por lo que me a echo. Ahora se que su muerte no sucedió porque si, detrás de todo hay una razón lógica que pienso descubrir.Me arranca el collar sin tener piedad por el cierre, que se rompe. La punta del corazón brilla atrayente, y no me lo piensa dos veces antes de mirar a mi muñeca y rajarla con la punta del corazón. Un corazón que ya no late, que ya no siente, un amor muerto por razones desconocidas. La sangre comienza a salir y apoyo la espalda en la pared, sentada en el suelo de un mugroso callejón oscuro. Siento un pequeño mareo y sonrio estúpida. Y después mi sonrisa se convierte en una linea recta mientras las lágrimas caen dolorosas por mis mejillas. Llevo dos camisetas superpuestas, una blanca y debajo una negra. Me quita la primera para limpiar la sangre que aún sale por la muñeca. La presiono cortando la salida del liquido. Y después la miro, está toda roja pero me da igual. La raja y después con un trozo lo anudo a mi muñeca, tapando la marca. Si mi madre se enteraba de que me he vuelto a cortar se montaria nuevamente un numerito en casa y de eso paso. Secándome las lágrimas subo la cabeza mirando la entrada del callejón. Y ahí estába él, negando con la cabeza mientras mira su muñeca vendada. Abro los ojos de forma descomunal mirandolo y volviendo a llorar, me froto los ojos y vuelvo a mirar y ahi sigue, negando.
-Pero, pero , pero.. lo hago por ti. ¿Porque te fuistes? Te echo de menos... ¡TE QUIERO!
Grito llorando mientras este desaparece con la luz de la luna. Me encojo la cabeza entre las piernas llorando hasta quedarme sin lágrimas. El dolor que atenaza mi pecho es insoportable. Quito la camiseta que está presionando la herida y dejo que la sangre vuelva a manar resvalando rápidamente por mi muñeca y formando un pequeño charco a mis pies. Siento el palpitar de esta en la muñeca, y noto como el cuerpo empieza a flaquearme. Sonrío al ver que el dolor del pecho va disminuyendo rápidamente, tal y como lo hace mi consciencia. Apoyo la cabeza contra la parez y dejo que las gotas escarlatas hagan cosquillas por allí donde pasan. Cierro los ojos y dejo que la nuve negra me envuelva y me lleve lejos de aqui, lejos del dolor, lejos de todo esto que ya no tiene ningún sentido. Oigo algo a lo lejos, pero no se distinguir que es. El sonido se vuelve repetitivo y cada vez más intenso. <<¿Es el maullido de un gato?>> Pienso sorprendida. No sabría decir si es eso lo que oigo, pero al menos es lo que mas parecido veo. Intento abrir los ojos, pero los párpados me pesan, los siento como si alguien me los hubiese pegado y nunca más pueda volver a abrirlos. Quiero volver a poner la camiseta al rededor de la herida para taparla y evitar que siga saliendo la sangre, pero no tengo fuerzas para mover los brazos. Me asusto al pensar que no tengo forma de taponarla, y el miedo atenaza mi cuerpo. A veces, la idea de desaparecer, de alejarnos de este mundo de desdichas nos parece sumamente hermosa, pero en el momento en que te das cuenta de que lo vas a conseguir, en el momento que sientes el frío aliento de la muerte en tu nuca, el miedo te aprisiona el pecho, te vuelve la respiración irregular y te crispa los nervios. Quiero gritar para pedir ayuda, pero nadie puede oirme, intento incorporarme, pero no hago más que resvalar y quedarme tumbada en el frío suelo.

Medio consciente noto como algo empieza a subir por mis piernas, algo un tanto áspero y húmedo toca la herida de la muñeca, no sabría decir que es, es como si estubiesen chupándomela, y de rependte lo oigo, ahora si que se que es el maullido de un gato, y lo entiendo todo de golpe. ¡Es el gato lo que me está lamiendo la sangre! Quiero gritarle que se vaya, pero no puedo, tan solo dejo que el suabe cosquilleo que me produce recorra mi cuerpo, en un intento desesperado de seguir consciente, pero se que eso no durará mucho.
-¿Yssi? ¿Yssi dónde estás?- Es una voz lejana, demasiado lejana, apenas puedo distinguir bien lo que dice. Creo que es de mujer, pero ahora mismo no sabría decirlo a ciencia cierta. Creo que es alguien llamando al gato, porque este se ha apartado de mi brazo. Después de unos segundos empiezo a oir un repiqueteo de tacones en el suelo, Yssi maulla con fuerza en mi oido, como esperando que su dueña se apresure al lugar donde estoy.
-Aquí estas pequeña, ¿qué es eso? ¡Oh Dios mío!- Noto como unas manos frías se aferran a mi muñeca, y luego como alguien me incorpora con cuidado- Chica, chica ¿puedes oirme?- quiero responder pero no puedo- ¡Joder, Joder!
Y con esas últimas palabras, si podemos calificarlas como tal, la oscuridad me invade completamente y me sumo en un sueño profundo e irregular.